Elijah, el hijo de Timothy, ha sido diagnosticado como autista. Su padre, en un esfuerzo por vencer las barreras del silencio, ese abismo de incomprensión que producía la ausencia de lenguaje verbal, empezó a desarrollar un proyecto fotográfico, "
Echolilia". Y así, también, Elijah fue descubriendo que a través de la fotografía podía trabajar con su padre, y su padre con él, una forma de crear vínculos emocionales entre ambos.
Arte y terapia, terapia y arte. Marco Antonio Raya hace un análisis de esta colaboración entre padre e hijo, y del poder que tiene el arte para sanar las heridas.
¿Qué es la terapia? ¿Qué es terapéutico?
Cuando los medios promocionan trabajos como Echolilia se tiende a enfatizar la parte “terapéutica”: el acercamiento, en este caso, de un padre (Timothy, fotógrafo) al autismo diagnosticado de su hijo Elijah (diagnóstico que el propio Archibald pone en duda, a menos en la rigurosidad de la nominación). Pero quizá es una forma de perderse en lo moral, en una especie de alivio porque alguien ha alcanzado algo que el resto no puede. El impacto emocional de las historias de superación, ese lugar común donde van a parar tantos y tantos proyectos que, en realidad, perseguían objetivos más profundos y personales que lo que el espectador recibe de ellos. Quizá, si nos dejamos llevar por el trazo emocional, nos estamos perdiendo un porcentaje fundamental del valor de autenticidad de este proyecto. De manera que la propuesta es entender la terapia (en concreto del “otro”, si hablamos de proyectos a los que asistimos como espectadores) como algo más que un resultado del que estar complacido por simpatía.
Así que, en ese sentido, digamos que todo esfuerzo por establecer comunicación con el otro se trata de arte y, de alguna manera, en relación a un malestar podría establecerse como terapia. Por tanto, sí, hablemos de terapia y arte, pero porque estamos ante un despliegue hermosísimo de un acompañamiento mutuo, de una verdadera pareja artística que utiliza las herramientas para comprender (¿acaso no comprender no es ya un malestar en muchas ocasiones?), regalando al ojeador el espectáculo de sus dinámicas fotográficas.
Comenta el propio Archibald que las imágenes del proyecto son una colaboración con su hijo y que, por tanto, se trata de un reportaje sobre una relación, su relación. Las decisiones se toman en conjunto, las elecciones, los resultados. La realidad se conforma en una nueva narrativa (no en vano, el lema del proyecto es “Sometimes I wonder”) que permite nuevas posiciones en relación al eco de algunas acciones cotidianas, apropiaciones de la identidad, de los objetos, una suerte de puntos de encuentro con aquello que, en ocasiones, es tangencial e incomprensible para ambas partes. Se juega, pues, detener el instante de la repetición para poder asimilarlo. En un mundo-arteria de movimiento incesante, la fotografía vuelve a demostrar su capacidad de reclamar el espacio y el tiempo.
Echolilia, por tanto, es un ejemplo de lo que podría ser un movimiento multiversal de pareceres, una ramificación tras otra de distintas entradas perceptuales: consideraciones sobre la misma vida que parten de diferente posición (¿acaso no siempre lo hacen?) y se encuentran a través del ojo túnel-espectador de la fotografía.
Texto tomado de http://palabradegolem.wordpress.com/2013/04/25/echolilia/